La libertad, el deseo y el ánimo de soñar son materializados en esta obra que es el resultado de días de preparación y del tiempo sabiamente ocupado: durante 4 días la experimentada maestra estuvo seleccionando sólo el merino de mejor calidad que pudo encontrar de los oferentes sureños, luego se dedicó a cardar con carda y máquina cada uno de los colores del merino que había escogido para así dejarlos suaves, tersos y con una textura delicada como la seda de origen hindú que sirve de base a la obra textil; tras lo anterior hizo un cuadro al posicionar de diversa forma el ligero material con sutiles fibras de seda para realzar su efecto visual,  relocalizando ambas fibras a medida que la forma en su mente se traducía en el proyecto final que estaba en sus manos. En este momento es que comienza a amasar, lentamente y con suma precaución, ya que la obra debe ser ligera tanto de peso como de sensación, debe sentirse tan cómoda como si fuera a ir a una imperdible ocasión, y debe ser además elegante, como si tuviera que estar en una importante reunión; debe ser alegre y sobria al mismo tiempo, pero también debe proteger ante el frío y no agobiar de calor. Paulatinamente las fibras se van entrelazando y creando el diseño, con tranquilidad la veterana va puliendo los detalles a medida que va amasando, todo con el fin que la obra en proceso conserve las propiedades del tierno vellón de oveja merino. Finalmente es hora de dar los últimos ajustes manuales, los cuales terminados, con satisfacción muestran al público que se han convertido en todo un arte usable. Ahora que ya ha sido lavada a mano, se ha escurrido el exceso de agua, secado fuera del alcance del sol y planchado con delicadeza, espera pacientemente colgada al público a que la dama de eternas primaveras la lleve consigo.